jueves, enero 16, 2020

Pacha Cantón: “el tirador de chanchos”


Todas las crónicas periodísticas de estos días señalan a un empresario argentino Eduardo “Pacha” Cantón como responsable de haber tirado desde un helicóptero un chancho o un cordero desde las alturas hasta la piscina de la finca del empresario argentino Federico Álvarez Castillo en José Ignacio.
Se ha hablado mucho, del derecho y del revés del empresario Álvarez Castillo y de su esposa una modelo, Lara Bernasconi, pero poco el del “bromista”, el señor Pacha Cantón.
En el año 2014 publiqué un libro de investigación sobre el narcotráfico en Uruguay. Narcos en el Uruguay se llamó y entre las historias estaba la de Lilio Maurilio Martínez, el Lilo, capo narco del oeste del Uruguay, asesinado de varios balazos el 9 de abril de 1999.
Lilo tuvo vínculo con Pacha Cantón. Igual voy a detenerme en trascribir lo publicado en aquel momento, cuando describía quien era este emprendedor, el señor Eduardo Pacha Cantón, el bromista tirador de chanchos o corderos.
“Si hay un responsable, para bien o para mal, de haber puesto a la ciudad de Carmelo en el mundo, ese es Eduardo Pacha Cantón, un controvertido empresario argentino radicado en la zona oeste del país.
Las visiones sobre Cantón no tienen término medio, con él las cosas son blanco o negro; pero lo cierto es que logró unir, en la tranquila localidad de Carmelo, el mundo de los negocios con el del show que alimenta a diario los programas de televisión y las revistas de la farándula.
Eduardo Cantón fue el precursor de las inversiones de argentinos, cuando puso la mira en la costa uruguaya y de su mano llegaron varios de sus coterráneos con ánimo emprendedor.
En la ciudad de Carmelo –a la que, según dijo en una entrevista, soñaba con posicionar entre los primeros lugares del turismo internacional– construyó, a mediados de los noventa, un emprendimiento múltiple con el club el Faro como eje y se expandió a un campo de golf y una marina. También desarrolló su marca insignia, Finca y granja Narbona, donde funcionan una bodega, una quesería, un restaurante de campo y una posada. El éxito de Narbona en Carmelo lo impulsó a abrir otra sede en Punta del Este, donde fue protagonista de la movida en temporadas pasadas.
En la búsqueda de inversores se asoció a Laith Pharaon, hijo del magnate árabe Gaith, expropietario del Hotel Hyatt en Buenos aires y del Banco de Crédito y comercio Internacional, que tuvo que cerrar por acusaciones de lavado de dinero. Con una inversión millonaria en dólares –que incluyó una participación minoritaria de Cantón–, se levantó el hotel de superlujo Madison, golf y spa resort de Carmelo. Por esta vinculación con Pharaon, la jueza María Servini de cubría investigó a Cantón por lavado de dinero, aunque no fue procesado. Hoy en día, ese hotel de superlujo, con la marca Four Seasons, es propiedad de un grupo inversor que encabezan Cantón y su socio, Alejandro Crespo.
Con el paso de los años, Cantón se dedicó a desarrollos inmobiliarios en la zona, que se dice es la José Ignacio del oeste. De esta manera consiguió interesar a varias personas de distintos ámbitos: desde Susana Giménez –de cuyo exyerno, Eduardo Celasco, es muy amigo–, quien invirtió en terrenos en la zona asesorada por Cantón, hasta el expresidente de la sociedad rural argentina, Hugo Biolcati, pasando por Jorge Brito, titular del Banco Macro, y Ernesto Clarens, titular de la firma Invernes S.A.
A instancias de Cantón, Federico Bonomi, el dueño de Kosiuko, también se instaló en Punta Gorda, Carmelo-Nueva Palmira, con una posada y un club de campo. También lo hizo Alejandro Gravier, marido de Valeria Mazza, para invertir junto con Cantón en Viñas del Este, un proyecto de chacras de lujo con viñedos propios dentro de Narbona. Pero la sociedad no duró.
En los últimos años, Pacha Cantón había optado por bajar su perfil. Pero un accidente, ocurrido el 3 de febrero de 2012 con su yate en el Delta del Tigre, lo colocó nuevamente en el centro de la escena. Esta vez no fue ni por sus emprendimientos ni por su sociedad con Pharaon, sino porque en un desgraciado accidente atropelló una canoa y mató a una mujer y su hija de años, como aseveró el diario Clarín en su momento, que accedió a la causa judicial.
Tan bajo perfil tiene ahora, que desde hace un tiempo ni siquiera participa de la fiesta top del verano puntaesteño que se realiza en la chacra La Noor, de su exsocio, el financista saudí Laith Pharaon.
Una crónica del diario El País dio cuenta de quienes sí participaron en la fiesta del verano de 2014: el exbanquero Juan Peirano Basso, quien llegó acompañado de su joven pareja; el expromotor futbolístico Guillermo Coppola; el conductor Marcelo Tinelli con su pareja Guillermina Valdés y su hija Micaela; la modelo Jesica Cirio, entre otros.
Los vuelos fantasmas
Cuando en mayo de 2013 en el programa Periodismo para Todos del periodista argentino Jorge Lanata, se denunciaron los vuelos fantasmas a Zagarzazú, el aeropuerto de Carmelo, todo el mundo se asombró, salvo los propios carmelitanos.
Los helicópteros paran en el Faro a cualquier hora, de día o de noche, y mucho rato después pasan por el aeropuerto a llenar los formularios correspondientes.
Los aviones cuyos pasajeros buscan discreción en lo que transportan llegan al final de la pista, donde los espera un vehículo, generalmente con chapa argentina, en el que descargan el equipaje. Luego, el avión da la vuelta y llega al destacamento de aduana y Migraciones para hacer el papeleo. Eso es algo que han visto una y mil veces los vecinos del aeropuerto Zagarzazú.
En un documento confidencial de la Jefatura de Policía de Colonia, fechado en mayo de 1999, donde se informaba sobre el volumen del tráfico aéreo en la zona. «Los vuelos son a la última hora de la tarde incluso hasta los días domingo. Los helicópteros saldrían, según el testimonio de un pescador de la zona, de una estancia situada en el departamento de Soriano, entre el río Uruguay, el río San Salvador. También, pero en horas de la madrugada, se ven operar avionetas en el Balneario Zagarzazú, donde está ubicado el aeropuerto del mismo nombre». En esas oportunidades, muchas veces se vio operar a gente de la organización de Lilo Martínez”.