El enchastre es grande. El sistema político se ve envuelto, una vez más, en sus propios manejos turbios y corruptos de parte de sus integrantes. No es algo nuevo, como tampoco son nuevas las reacciones de la gente de a pie.
"Son todos iguales", dicen, y quizás parte de razón les asiste. La indignación y la bronca se expande y más tarde o más temprano se vuelve contra el sistema democrático. Es inevitable que la gente haga tabla rasa e iguale a todos, aunque no todos sean iguales.
Hasta el comienzo de esta semana era el Frente Amplio y en particular Raúl Sendic, los que estaban en la picota. Se hablaba del pedido de procesamiento para el ex vicepresidente y de cómo eso iba a afectar al oficialismo en las próximas elecciones.
Pero todo cambió este jueves cuando el semanario Búsqueda publicó un informe oficial del Banco República, realizado a pedido de legisladores del Frente Amplio, sobre el uso de las tarjetas corporativas de esa institucion entre los años 2000 y 2005.
El informe dio cuenta de gastos desmedidos, fuera de lugar, un aquelarre en el manejo de los dineros públicos por parte de dirigentes blancos y colorados que integraban el directorio del banco justo en los momentos en que el país vivía una gran crisis económica.
Así se supo que estos jerarcas, los blancos Carlos Rodríguez Labruna y Pablo García Pintos, y los colorados Milka Barbato y Daniel Cairo, usaron unas 400 veces las tarjetas corporativas del organismo y gastaron un total de US$ 21 mil. Otra vez, como en el caso de Sendic, campeó la ordinariez, la terrajada y la falta de ética republicana.
Pero la frutilla de la torta la puso García Pintos, ex secretario de la Presidencia durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle, quien al ser preguntado en radio Sarandí sobre esos gastos respondió muy suelto de cuerpo que fueron para hacer aportes al Partido Nacional.
Sus declaraciones golpearon en la línea de flotación de los blancos que salieron rápidamente a desmarcarse de los dichos de García Pintos.
Por estas horas García Pintos ha dicho que va a devolver todo el dinero que se le reclame y, además, que abandonará el Partido Nacional.
El tema está también en la órbita judicial, luego que el fiscal de Corte, Jorge Díaz, sugirió que se actúe de oficio en caso de que los presuntos delitos no hayan prescripto.
CASUALES CASUALIDADES
En el año 2005 el entonces diputado socialista Gustavo Bernini declaró a los medios que el Presidente de la República, Tabaré Vázquez, "se comprometió" al asumir el cargo, a "investigar a fondo la gestión de las anteriores administraciones en los Entes Autónomos, pero no con un criterio de buscar revanchismo sino porque es imprescindible que el pueblo sepa cuál es el punto de partida, qué Estado nos dejaron y, a su vez, quiénes fueron los responsables del desastre".
Se supone que esa investigación se hizo, pero tuvieron que pasar 13 años para que se conozcan estas inmoralidades. Parece poco serio que teniendo desde 2005 todas las herramientas para hacer las denuncias se haga ahora, cuando todo presunto delito prescribió.
¿Por qué se tapó antes y se destapa ahora?
A fines de los años 90 el ministro del Tribunal de Cuentas, Ariel Alvarez, se cansó de votar observaciones a los gastos personales de jerarcas de la administración pública: había de todo, desde tampones de parte de una jerarca del entonces Iname, hasta botellas de whisky de un jerarca del BHU.
En este caso del BROU en particular, el Frente Amplio disponía de esta información desde fines de octubre, pero demoró casi seis meses en hacerla pública. Hubo, obviamente, un manejo de los tiempos con intenciones políticas. Es decir, no parece que haya un objetivo de transparentar la situación y de combatir los actos corruptos, sino de operar políticamente. "Son todos iguales", podemos entonces repetir.
Está claro que en el cuerpo social hay ahora una mayor sensibilidad sobre los actos corruptos. La ética y la transparencia en la actividad pública está puesta con fuerza sobre la mesa por lo menos desde el año pasado.
A los casos del vicepresidente Raúl Sendic y la senadora suplente Michelle Suárez, en el Frente Amplio, se sumaron los casos del diputado Wilson Ezquerra y el intendente de Soriano Agustín Bascou, en el Partido Nacional y de Francisco Sanabria en el Partido Colorado. Se agregó luego el nepotismo en algunas administraciones comunales y ahora surge desde el pasado este manejo arbitrario en el BROU.
Las desviaciones de funcionarios y políticos en el ejercicio de sus cargos, como quedó dicho, no es algo nuevo. Siempre hubo y habrá. Lo importante es que haya control. Contrariamente a lo que se piensa, exponer los actos corruptos y los abusos, fortalece la democracia en tanto es el único sistema que garantiza el control y la transparencia. Es necesaria la mirada aguda, la lupa puesta para evitar que se expanda el "son todos iguales".
"Son todos iguales", dicen, y quizás parte de razón les asiste. La indignación y la bronca se expande y más tarde o más temprano se vuelve contra el sistema democrático. Es inevitable que la gente haga tabla rasa e iguale a todos, aunque no todos sean iguales.
Hasta el comienzo de esta semana era el Frente Amplio y en particular Raúl Sendic, los que estaban en la picota. Se hablaba del pedido de procesamiento para el ex vicepresidente y de cómo eso iba a afectar al oficialismo en las próximas elecciones.
Pero todo cambió este jueves cuando el semanario Búsqueda publicó un informe oficial del Banco República, realizado a pedido de legisladores del Frente Amplio, sobre el uso de las tarjetas corporativas de esa institucion entre los años 2000 y 2005.
El informe dio cuenta de gastos desmedidos, fuera de lugar, un aquelarre en el manejo de los dineros públicos por parte de dirigentes blancos y colorados que integraban el directorio del banco justo en los momentos en que el país vivía una gran crisis económica.
Así se supo que estos jerarcas, los blancos Carlos Rodríguez Labruna y Pablo García Pintos, y los colorados Milka Barbato y Daniel Cairo, usaron unas 400 veces las tarjetas corporativas del organismo y gastaron un total de US$ 21 mil. Otra vez, como en el caso de Sendic, campeó la ordinariez, la terrajada y la falta de ética republicana.
Pero la frutilla de la torta la puso García Pintos, ex secretario de la Presidencia durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle, quien al ser preguntado en radio Sarandí sobre esos gastos respondió muy suelto de cuerpo que fueron para hacer aportes al Partido Nacional.
Sus declaraciones golpearon en la línea de flotación de los blancos que salieron rápidamente a desmarcarse de los dichos de García Pintos.
Por estas horas García Pintos ha dicho que va a devolver todo el dinero que se le reclame y, además, que abandonará el Partido Nacional.
El tema está también en la órbita judicial, luego que el fiscal de Corte, Jorge Díaz, sugirió que se actúe de oficio en caso de que los presuntos delitos no hayan prescripto.
CASUALES CASUALIDADES
En el año 2005 el entonces diputado socialista Gustavo Bernini declaró a los medios que el Presidente de la República, Tabaré Vázquez, "se comprometió" al asumir el cargo, a "investigar a fondo la gestión de las anteriores administraciones en los Entes Autónomos, pero no con un criterio de buscar revanchismo sino porque es imprescindible que el pueblo sepa cuál es el punto de partida, qué Estado nos dejaron y, a su vez, quiénes fueron los responsables del desastre".
Se supone que esa investigación se hizo, pero tuvieron que pasar 13 años para que se conozcan estas inmoralidades. Parece poco serio que teniendo desde 2005 todas las herramientas para hacer las denuncias se haga ahora, cuando todo presunto delito prescribió.
¿Por qué se tapó antes y se destapa ahora?
A fines de los años 90 el ministro del Tribunal de Cuentas, Ariel Alvarez, se cansó de votar observaciones a los gastos personales de jerarcas de la administración pública: había de todo, desde tampones de parte de una jerarca del entonces Iname, hasta botellas de whisky de un jerarca del BHU.
En este caso del BROU en particular, el Frente Amplio disponía de esta información desde fines de octubre, pero demoró casi seis meses en hacerla pública. Hubo, obviamente, un manejo de los tiempos con intenciones políticas. Es decir, no parece que haya un objetivo de transparentar la situación y de combatir los actos corruptos, sino de operar políticamente. "Son todos iguales", podemos entonces repetir.
Está claro que en el cuerpo social hay ahora una mayor sensibilidad sobre los actos corruptos. La ética y la transparencia en la actividad pública está puesta con fuerza sobre la mesa por lo menos desde el año pasado.
A los casos del vicepresidente Raúl Sendic y la senadora suplente Michelle Suárez, en el Frente Amplio, se sumaron los casos del diputado Wilson Ezquerra y el intendente de Soriano Agustín Bascou, en el Partido Nacional y de Francisco Sanabria en el Partido Colorado. Se agregó luego el nepotismo en algunas administraciones comunales y ahora surge desde el pasado este manejo arbitrario en el BROU.
Las desviaciones de funcionarios y políticos en el ejercicio de sus cargos, como quedó dicho, no es algo nuevo. Siempre hubo y habrá. Lo importante es que haya control. Contrariamente a lo que se piensa, exponer los actos corruptos y los abusos, fortalece la democracia en tanto es el único sistema que garantiza el control y la transparencia. Es necesaria la mirada aguda, la lupa puesta para evitar que se expanda el "son todos iguales".